Juan Gris y María Blanchard en el Museo Carmen Thyssen de Málaga

Hace poco más de 15 días, la pinacoteca malagueña, el Museo Carmen Thyssen, abría sus puertas al público para dar a conocer una magnífica exposición temporal, dedicada al segundo momento del cubismo, y que toma por el título el nombre de dos de sus grandes representantes “Juan Gris, María Blanchard y los cubismos (1916-1927)”.

La exposición invita a que cualquier visitante descubra un momento único en el arte de principios del siglo XX, y ese es, la redefinición del cubismo como tendencia artística, más allá de aquel periodo memorable (1907 – 1914) en el que Pablo Picasso junto a George Braque, crearon dicho movimiento, desarrollando su tan revolucionaria propuesta artística, entre otras cosas, porque cambiaron la forma de ver y entender una obra de arte.

Así es que, con la Primera Guerra Mundial como telón de fondo y hasta prácticamente finales de los años veinte, hubo artistas que lejos de querer abandonar su predilección por las figuras y formas cubistas, tomaron el relevo de los grandes maestros del movimiento, haciendo de este, a tener una segunda vida, que al igual que la primera se caracterizó por ser muy intensa y creativa.

Para la muestra se han reunido más de 60 obras, entre pinturas, esculturas, dibujos, y material técnico, siendo los principales protagonistas Juan Gris y María Blanchard, aunque también encontraremos las obras de varios artistas adheridos también al movimiento y con los que ambos entablaron cierta amistad como es el caso de los pintores, Jean Metzinger y Albert Gleizes, el escultor Jacques Lipchitz o el poeta Vicente Huidobro.

La exposición será visitable hasta el 25 de febrero de 2018, cuando tenga lugar su clausura.

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Juan Gris y María Blanchard: el reencuentro

En la bibliográfica histórica sobre el cubismo la figura y la obra de Juan Gris se han visto reducidas, en ocasiones, a un capítulo. María Blanchard es una ausencia”, y así, con esta frase, y aunque quizás os pueda parecer un poco chocante, es como comienza el catálogo de dicha exposición, y no se equivoca.

La vida para María Blanchard digamos que no fue demasiado generosa, su deformidad física, la cifoscoliosis, le acompañó desde su nacimiento, marcándole por siempre su existencia, pues el sufrimiento y el rechazo no se apartaron de ella en ningún momento, ni aun cuando quiso encontrar en la pintura un hueco para representar la belleza tal y como ella la entendía. Eso fue lo que le llevó a marcharse a París, sumándose a un grupo de artistas, que bien la recibieron, los mismos que se encargaron de consolidar la principal renovación artística de principios del siglo XX: el cubismo.

Juan Gris, al contrario que Blanchard, nació en el seno de una familia acomodada, y ya desde pequeño mostró tener una gran vocación y habilidad por la pintura, por lo que acabó formándose en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid.  Al poco de cumplir los 19 años, marcha a París, con el fin de evitar el servicio militar, la guerra de Marruecos y por supuesto comenzar allí, su carrera artística.

De modo que será París, el arte y como no, el cubismo, lo que unió a estos dos grandes artistas españoles que ahora se reencuentran por primera vez en su país de origen con una exposición que muestran algunas de las obras que salieron de sus estudios parisinos, entre los años 1916 – 1927, cuando ya los años gloriosos del liderazgo cubista de Picasso y George Braque habían desaparecido.

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Cubismos y Arte Nuevo

La exposición Juan Gris, María Blanchard y los cubismos (1916-1927), ha sido estructurada en tres secciones, la primera de ellas, comienza con un diálogo enriquecedor y revelador, mostrándose obras mezcladas e interrelacionadas entre sí, de Juan Gris y María Blanchard, con algunos de los ejemplos más sobresalientes de su pintura, que se caracteriza entre otras cosas por ser geométrica, plana y con colores que se reducen en su mayoría a tonalidades ocres, grisáceas, marrones…. Entre esas obras destacamos Mujer sentada de Juan Gris, y Sois Sage (sé buena) / Juana de Arco de María Blanchard, ambas pertenecientes a la colección de Carmen Thyssen-Bornemisza.

En segundo lugar, Cubismos, donde veremos la contextualización de las obras de los pintores anteriores, con la de otros artistas del mismo círculo por el que se movieron y compartieron su misma creatividad, como es el caso del escultor Jacques Lipchitz y su obra Hombre con mandolina, cedida por el Centre Pompidou de París, o Jean Metzinger con Naturaleza muerta, del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Y finalmente, se completa con una tercera y última sección, Cubismos y Arte Nuevo, dedicada al denominado arte nuevo español, refiriéndose a esa primera generación vanguardista del siglo XX, la conocida Generación del 27, con figuras como Moreno Villa, quien en sus memorias cuenta que en secreto pintaba en la habitación de la Residencia de Estudiantes “cuadros cubistas al estilo Juan Gris”, Palencia, Ángeles Ortiz, Peinado, Cossío o el mismísimo Salvador Dalí, que, con su Retrato de García Lorca, perteneciente a la Fundación Gala – Salvador Dalí,  acabaron teniendo un acercamiento inicial a la modernidad a través del cubismo, y en concreto, gracias a la relevancia de personajes como Juan Gris.

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