Tal día como ayer, pero en octubre de 1997, el Museo Guggenheim de Bilbao abría por primera vez sus puertas al público, poniendo fin a los cinco años que conllevó su construcción y al diseño rompedor e icónico, realizado por el arquitecto canadiense Frank O. Gehry.
Miles de personas se acercaron a la ribera de la ría del Nervión para ver aquella imponente estructura de titanio de más de 10.500 m², y otras muchas esperaron largas colas, con sus 700 pesetas en mano, una pulsera de papel rojiblanca se convertía en la entrada para acceder a su interior.
Al finalizar el día y según informaron las fuentes del museo, más de 4.500 personas habían recorrido el siglo XX a través de sus más de 250 obras distribuidas en 19 galerías. Sobre la magnificencia del edificio nadie dudaba, sobre la colección, no tan habituales a ese tipo de circuito por el arte contemporáneo, algunos mostraron cierta dificultad para entender las obras.
Dos décadas después de su inauguración, el Museo Guggenheim, ha demostrado tener un espíritu inquieto y emprendedor, pues así ha quedado reflejado en las 165 exposiciones que ha realizado hasta ahora, 95 de carácter temporal y 70 presentaciones de la Colección Permanente, con obras de artistas tan variados como Jackson Pollock, Andy Warhol, Francis Bacon, Roy Lichtenstein o Anselm Kiefer.
La contribución del museo no solo ha sido buena para el desarrollo cultural de la ciudad, sino también para el ámbito arquitectónico, urbanístico y por supuesto, el económico, todo, en su conjunto, es lo que ha pasado a conocerse internacionalmente como “el efecto Guggenheim”.
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Efecto Guggenheim
El Guggenheim fue un proyecto hecho realidad, fruto de esa unión estratégica de muchas instituciones vascas, la Solomon R. Guggenheim Foundation y por supuesto, la intervención de Frank Gehry como arquitecto, pues si no hubiera sido por su audacia, la misma que generó la confianza de sus clientes, no le hubieran permitido cambiar la ubicación del edificio y monopolizar el presupuesto de la ciudad con la certeza de que esa inversión que llevarían a cabo seria rentable tanto a nivel político, como socio-económico.
Y no cabe duda alguna que así fue, pues gracias a ello hoy día se puede decir que el Museo Guggenheim ha convertido a Bilbao en una gran urbe cosmopolita, pasando de ser un lugar industrial a ser señalado en el mapa como un destino artístico – gastronómico más.
No hacia ni un año de su inauguración cuando ya el museo se había convertido en el elemento dinamizador clave de la ciudad, el motor cultural, pues el número de visitantes triplicaba la afluencia esperada, y uno de cada tres ciudadanos del País Vasco ya lo había visitado.
Todo eso se debe a la ambición, relevancia y dinamismo de su programación anual, y es que el museo varias veces al año, ve transformados algunos de sus enormes espacios, como una forma más de atraer y acercar a los visitantes a que vivan experiencias únicas e irrepetibles, a través de exposiciones, obras y artistas de referencia a nivel internacional, sin poner ningún tipo de limitación geográfica, y siempre buscando la identidad propia evitando la repetición.
Reflections – el punto final.
La semana pasada, el Museo Guggenheim ponía el broche de oro a todo un programa repleto de exposiciones, conciertos, conferencias y espectáculos, que durante los últimos 12 meses se han llevado a cabo con motivo de la celebración de su XX aniversario, bajo el lema El arte lo cambia todo.
Y nunca mejor dicho, porque a falta de dos meses para el cierre del año, el éxito se puede decir que está asegurado, pues ya han superado la cifra de un millón de visitantes, e incluso han batido un récord histórico, ya que un total de 56.224 personas han llegado a visitar el museo entre los días 10 y 15 de octubre, aprovechando quizás esos días festivos, siendo el sábado día 14, cuando se alcanzó la cifra más alta, 11.802 personas.
La gran afluencia de vizcaínos ha sido crucial, ya que, aprovechando esa conmemoración del aniversario, les fue dada una invitación cursada por la Diputación Foral de Bizkaia, que les ha permitido acceder gratis al museo durante todo el mes de octubre, y ha supuesto un 61% del total de los visitantes.
Además, otras de las claves del éxito, ha sido el espectáculo gratuito Reflections (Reflejos), que ha convertido las noches del 11, 12, 13, 14 de este mes, en una gran explosión artística de luz, color y música al aire libre.
Para ello, la fachada norte del edificio pasó de ser un lienzo enorme de titanio a una proyección de mapping a gran escala, proyectándose imágenes y juegos luminosos que estuvieron realizados por la productora británica 59 productions, la misma que se encargó de convertir la fachada de la ópera de Sidney en una pantalla de cine, por su 40 aniversario. El espectáculo acabó congregando a más de 300.000 espectadores procedentes de los mas diversos países.