Alemania, tierra de poetas y pensadores atesora una cantidad ingente de lugares hermosos entre monumentos, reservas naturales y espacios que albergan las más grandes obras de arte. Hoy es fácil reconocerla gracias al contorno de la que es uno de los principales símbolos de la ciudad, la Puerta de Brandeburgo o la Cúpula del Reichstag.
Pero si hay algo que de verdad abunde en este Estado, dividido en pequeños reinos durante casi un milenio, son los castillos. Castillos que sirvieron de defensa dominando los valles en enclaves estratégicos, cuando no la última guarida de sus señores, margraves, reyes y emperadores, sin embargo, su rol defensivo, nunca los privó de tener unas espléndidas fachadas, algunas, fruto de una imaginación y grandilocuencia desbordantes que parecen estar sacadas de un verdadero cuento de hadas.
Escondidos entre la frondosidad de los bosques, rodeados de ríos o dominando las más altas elevaciones pudiendo disfrutar de unas vistas de hasta 360º de la región, desde el blog de Arte&Subastas queremos presentarles algunos de los castillos más sorprendentes que un viajero nunca debería dejar de visitar si pisara tierras germanas.
¿Quieren saber de cuáles se tratan?
Castillo Hohenzollern
Dominando la sierra del Jura de Suabia, a tan solo 50 kilómetros de Stuttgart, el castillo de Hohenzollern se alza sobre una elevación de más de 850 metros. Su primer levantamiento data de al menos del siglo XI, sin embargo, durante un asedio en el siglo XIV el castillo quedó totalmente destruido, pero de nuevo alzado, incluso más imponente que antes.
Sirvió de refugio a los Hohenzollern (dinastía que gobernó Prusia y Brandemburgo hasta el siglo XX) en más de una ocasión, hasta que tras la Guerra de los Treinta Años acabó en manos de sus rivales, los Habsburgo. Hasta llegó a pertenecer durante un tiempo a los franceses.
Actualmente alberga un museo que muestra su historia y la reconstrucción.
Castillo Lichtenstein
En la misma zona montañosa, aunque algo más al noroeste, se encuentra otro de los castillos más hermosos de la región, y aunque menos imponente que el de los Hohenzollern, es igualmente una maravilla, se trata del Castillo Lichtenstein.
Dominando la localidad de Honau, y en lo más alto de su entorno natural, el valle del Echaz, ya se pueden divisar las murallas de su construcción que dispone de unos extensos terrenos con jardines y varios edificios.
No obstante, el castillo de Lichtenstein como tal, se encuentra ubicado en un pequeño peñón al que solo se puede acceder mediante una rampa de madera desde la que uno puede sentir el abismo bajo sus pies.
La edificación que vemos actualmente, de corriente neogótica, data de 1842 y se alza sobre las ruinas de un castillo anterior que databa aproximadamente del siglo XI. También está abierto al público, y aparte de la visita al complejo, en su interior se halla una interesante colección de armas y armaduras medievales digna de ver, y por supuesto, no se vayan sin deleitar su vista con el enclave natural que lo rodea.
Castillo de Neuschwanstein
Se podría decir que el Castillo de Neuschwanstein es el castillo que podría aparecer en cualquier “cuentos de hadas”, y es que se trata de una verdadera y autentica fantasía (aunque hecha realidad). Situado en la región de Baviera se ha convertido en uno de los más famosos e icónicos castillos alemanes.
Este a pesar de su aspecto medieval, con torreones y puntiagudas almenas fue construido en el siglo XIX. Su artífice fue Luis II de Baviera, el llamado el Rey Loco, quien decía de necesitar de un castillo para retirarse de la vida pública que tanto detestaba. Fue en 1868 cuando comenzó su construcción y aunque con una visión idealizada del estilo medieval, los estilos predominantes son el neogótico y el neobarroco.
En los Alpes bávaros y desde el desfiladero de Pöllat, el Castillo de Neuschwanstein domina todo su entorno a la par que se mimetiza con él, y que sus blancas fachadas y torres armonizan a la perfección con las montañas y lagos que lo rodean.
Tras la muerte del rey la fortaleza se convirtió en toda una atracción turística de primer orden, de hecho, a día de hoy, Neuschwanstein es uno de los edificios más famosos del mundo, con alrededor de 1,4 millones de visitantes al año.
Castillo de Katz
Con vistas a una de las comarcas más bonitas del río Rin, el castillo de Katz preside una de las varias elevaciones de zona. El edificio original, al igual que los anteriores, también fue construido en torno al siglo XII y se mantuvo en pie hasta quedar totalmente destruido durante el asedio de las tropas francesas allá por el año 1806. Noventa años más tarde se decide volver a reconstruirlo tratando de ser lo más fiel posible al de antaño, para convertirlo en una residencia magnífica.
Actualmente de todos los que hemos visto este es el único que no se encuentra abierto al público, es de propiedad privada, pero no por ello hace desmerecedora su visita. En las inmediaciones del castillo son numerosos los caminos para hacer rutas senderistas y disfrutar desde sus miradores algunas de las mejores vistas de Katz.
Castillo de Eltz
En Renania – Palatinado, entre Colonia y Fráncfort, y sobre una colina del río Mosela, se encuentra el castillo de Eltz, uno de los mejores castillos de Alemania.
Sorprendentemente se trata de uno de los pocos castillos que a día de hoy conserva su forma original, resistiendo tanto a los envites del tiempo como a las guerras. Además, su construcción fue escalonada, y es que desde hace 33 generaciones, el castillo de Eltz sigue siendo propiedad de la misma familia que lo fundó en el siglo XII. Desde entonces varias ramas de la familia han ido construyendo sus propios hogares en el mismo recinto, y la fuerza de todos combinada ha permitido no solo la ampliación sino la conservación de las estructuras hasta nuestros días.
Una de esas ramas precisamente sigue haciendo uso de una parte del castillo, sin embargo, a pesar de estar habitado, algunas de sus dependencias sí que se pueden visitar.
- A los 11 años visité el Prado por primera vez y jamás volví a ser el mismo.
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